viernes, 9 de abril de 2010

Adiós Cirilo


La última pareja de kinkajúes (Potos flavus) ha salido de Exotarium, el vivo símbolo de la desaparición de este centro que había escogido la imagen de uno de estos “ositos de la miel” como diseño de marca. Allí hemos tenido la suerte de ver nacer una docena de ellos, un éxito teniendo en cuenta que esta especie nunca se había reproducido en España y una verdadera suerte para descubrir la magia de la naturaleza. Nacen solos y preparados para sobrevivir en el estrato superior de la selva hasta 30 metros de altura, un caso de especialización única entre los carnívoros que les ha llevado a una total adaptación a la vida arborícola desarrollando una cola prensil que más recuerda a los simios y alimentándose principalmente del néctar de las flores, frutos y a lo sumo invertebrados. Una especie en peligro de extinción por más que una sola de sus subespecies este incluida en el CITES, una especie más, que ha pagado con su ternura el alto precio de la cautividad.
El miércoles dijimos adiós a Cirilo – el más fuerte y especial de nuestros kinkajúes – se marchó con la misma expresión que tenía cuándo fuimos a recogerlo hasta Valencia. Apareció un buen día encaramado a un árbol en la albufera valenciana y después de ser capturado fue conducido hasta las instalaciones del centro de recuperación de El Saler, como otros centros de recuperación de fauna autóctona no estaba preparado para albergar a especies tropicales y a pesar de los buenos cuidados que allí se le proporcionaban se convino en trasladarlo a nuestro centro - donde ya teníamos varios de su especie - el frío día 29 de Noviembre del año 2002. Pero él no tenía nada que ver con los demás, llevaba el miedo dentro y había que tratarlo con extremo cuidado pues en cualquier momento reaccionaba atacándonos. Poco a poco se fue adaptando aunque nunca llegó a alcanzar la tranquilidad, aún lo recordamos dormido chupándose compulsivamente el pulgar de una de sus zarpas, quizás hasta en sueños volvía a retomar la terrible historia que le tocó vivir. No pasó mucho tiempo para juntarlo con una de nuestras hembras y con el tiempo – que pasó entre nosotros - llegó a tener hasta seis hijos, aunque abandonó la soledad nunca pudo escapar de la ansiedad, aún nos preguntamos ¿qué le ocurrió a Cirilo?, ¿fue secuestrado en algún lugar de la selva neotropical americana?, ¿fue vendido a algún desalmado marinero que antes de cansarse de él lo maltrató? o simplemente extrañaba la libertad. Lo cierto es que no merecía haber pasado por este “via crucis” que una vez más le lleva hasta la próxima estación. Adiós Cirilo y ojalá que algún día puedas por fin dormir tranquilo.

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