jueves, 15 de abril de 2010
Criando kinkajúes
Verdaderamente emocionante tener la ocasión de ser testigos del nacimiento de un nuevo ser, un momento irrepetible y solemne que nos hace sentir de cerca la intensidad de la vida, una llamada más a reflexionar sobre la conservación de nuestras especies animales y también, un regusto amargo cuando se trata de especies extraídas de su hábitat original. Pero no nos engañemos los riesgos surgen por todos los lados y gracias al valioso trabajo de instituciones dedicadas a la reproducción en cautividad de especies en peligro de extinción podemos afirmar que ha sido posible evitar la desaparición de muchas de ellas y cada día con más fuerza - en el sentido contrario a un desarrollo global insostenible –numeroso investigadores - coordinados en programas internacionales - se afanan en descifrar los secretos más recónditos de la fauna más amenazada, un tesoro que no nos podemos permitir perder. Así podemos expresar la enorme satisfacción de haber criado una especie única, un caso excepcional en la adaptación de los carnívoros a la vida arborícola de la región neotropical americana: el Kinkajú (Potos flavus), al que hemos aprendido a conocer en estos diez últimos años y al que tristemente se le van estrechando las posibilidades de supervivencia, basta pensar en la deforestación producida por las talas indiscriminadas y el ataque implacable de los incendios forestales que año tras año asolan la tierras en las que viven y si a este hecho añadimos el de que se ha puesto de moda entre la “jet society” como animal de compañía resulta evidente que han saltado las alarmas y que ya es tiempo de exigir una mayor protección para una criatura tan especial y de momento aún desconocida.
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